viernes, 9 de marzo de 2012

HISTORIA DE LA ERMITA DE LA MAGDALENA



Fuente del texto: http://mayores.uji.es/blogs/antropologia/?p=502

En 1252 se funda la nueva ciudad de Castellón. A partir de aquel momento el castillo de la Magdalena, conocido en la documentación medieval como el “Castell Vell” dadas las condiciones de precariedad y abandono en que quedó sumido, inicia el despoblamiento y comienza a arruinarse. Tan sólo quedaría en pie su antigua capilla dedicada a Santa María Magdalena, donde llegarían las procesiones de penitencia y rogativas desde la población.


La ermita de la Magdalena destaca por su albura entre el verdor de los pinos. La planta es irregular al haber sido aprovechados diversos elementos del Castell Vell, como el aljibe, el baluarte de entrada, y la torre campanario, que no es otra cosa que la parte de la antigua torre barbacana que defendía el portal de acceso al recinto “Jussá” de la fortaleza, según la interpretación de Vicente Forcada.











Es probable que en el Castell Vell hubiese una iglesia dedicada a Santa María Magdalena, bajo cuyo patrocinio solían acogerse los soldados cristianos, en recuerdo de la que antes fuera Castellana de Magdala. Derruido el castillo, el culto a la santa continuaría en la ermita actual ya que, como hemos visto, la despoblación fue produciéndose paulatinamente. El edificio sufrió diversas modificaciones en el siglo XV y después en el XVIII, sin que posteriormente haya cambiado notoriamente su estructura.

En 1451, el “frare barburt” (Antoni) que hacía vida monacal en el Monasterio Cisterciense, tan vinculado a la Corona de Aragón, de Santes Creus, inicia la construcción de la ermita de la Magdalena. Aprovechó una cisterna de agua, de grandes proporciones, excavada en la roca.

Entre 1455 en que se construye el pórtico y 1590, la ermita experimenta obras de reforma y ampliación. Se dota su altar mayor de un retablo de madera, rectificándose las caballerizas para el servicio de los peregrinos. El ermitorio, como meta de rogativas y peregrinaciones durante la edad media y aún con posterioridad, disponía de cocinas, y comedor, cisternas y hospedería, que diligentemente reconstruya y reformaba el Consell Municipal, propietario de la “casa y ermita de Santa Magdalena”.

En 1745 la ermita se encuentra en estado de práctica ruina y el Ayuntamiento acuerda suspender temporalmente la Romería desde la ciudad. Cuatro años más tarde, una vez reconstruida, se recupera la Romería anual ahora en conmemoración de la fundación de Castellón.




Su altar mayor aparece presidido por una pintura sobre tabla, imitando cerámica, realizada por Juan Bautista Porcar Ripollés en 1940

En la actualidad se continúan los trabajos arqueológicos en el paraje del Castell.

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