miércoles, 19 de septiembre de 2012

El tiempo feliz



 El cuento original es de Jorge Bucay

Había una vez un hombre muy  rico, este hombre tenía todo con lo que podía soñar: tierras, castillos, criados, mujeres, todo con lo que un ser humano puede llegar a soñar, pero un día decidió abandonarlo todo, cogió unos bártulos y se fue de su casa.

Pasaron varios días caminando hasta que llegó a un pueblo. Al no tener sitio en ninguna casa del pueblo decidió dormir bajo un pórtico de la capilla del cementerio. La noche era oscura y no paraba de llover; mientras miraba las cruces y los panteones se percató de una inscripción.
Alfonso Usía 12 años 210 días
Al ver esto se levanto y se acercó, pensó, que triste ser, que joven ha muerto, pero le llamó aun más la atención que en la lápida contigua a la que se encontraba ponía la siguiente inscripción
Raúl Cordón 7 años 125 días
El hombre se espantó un poco y comenzó a ver las tumbas de todo el cementerio
Pilar Ruiz 11 años 14 días
Cristina Sáenz 14 años 135 días
Mario Herrero 9 años 301 días


El hombre cada vez estaba más asustado, bajo esa lluvia tempestuosa, en medio de la oscuridad no paraba de leer lápidas, ninguna persona de aquel cementerio pasaba los 15 años, todos eran jóvenes. Se preguntaba qué desgracia había ocurrido en aquel lugar, estuvo toda la noche viendo todas las lapidas.

Al amanecer estaba exhausto, sentado en una lápida medio llorando por la tristeza; en ese instante llego el enterrador que se acercó al señor preguntándole si estaba bien. Éste no contestó.
El enterrador al ver que no decía nada se alejó de él y en ese instante el hombre  le preguntó:
-¿Qué ha pasado aquí? Todas las persona enterradas en el cementerio son niños.
El enterrador al oír eso se rió y se acercó a él:
Caballero, no se alarme, en nuestro pueblo nosotros tenemos una costumbre, al nacer nos regalan una libreta que llevamos siempre encima (el enterrador se la enseña al hombre) en ella se apuntan todos los momentos felices de nuestra vida, cada uno de ellos; las personas que ve enterradas no murieron jóvenes sino que en sus lápidas indican los días que fueron felices en su vida.


¡Ojalá seamos y vivamos de tal manera que en nuestro personal cómputo no haya diferencia entre    nuestro tiempo biológico y nuestro tiempo feliz!.

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