Queridísima clase:
Se acerca la despedida y no puedo ni quiero evitar las emociones que me recorren estos días. Han sido muchos días de compartir tantas cosas, tantos momentos….
Hay una cierta tristeza en este adiós como vuestra maestra pero también la alegría de ver qué partís a otra etapa de vuestra vida con ilusión, ganas y pienso que un buen bagaje.
Habéis sido una clase estupenda, me he sentido muy a gusto trabajando con vosotros, me habéis permitido gozar, como raras veces sucede, de mi profesión por la enorme riqueza y variedad de lo que hemos explorado, de lo que hemos compartido.
Quiero agradeceros todo lo que me habéis posibilitado aprender, vuestra implicación en todo lo que se ha propuesto, vuestro afecto, vuestra comprensión, vuestras sonrisas, palabras, gestos, expresiones, trabajos…cada uno a su estilo y posibilidades.
Vosotros marcháis al Instituto, yo permaneceré aquí (si Dios no dispone otra cosa) y aquí me encontraréis siempre que deseéis o preciséis cualquier cosa.
He sido vuestra maestra por dos cursos, lo que sea en adelante para vosotros vuestro personal proceso lo dirá. Mi afecto lo tendréis siempre.
Posiblemente permanezcáis juntos por un tiempo así que os ruego que veléis por conservar todo lo bueno que hay en vuestra relación y que puláis y mejoréis las pequeñas cosas que la enturbian.
Poco a poco iréis definiendo más vuestra personalidad, vuestros gustos, preferencias, opiniones…, marcaréis más vuestra individualidad, aquello que os hace ser diferentes, únicos e irrepetibles, y eso es normal y muy bueno, pero eso no está reñido, antes bien al contrario. con estar y crecer dentro de un grupo. Las diferencias dentro de él es justo lo que le da su riqueza.
Como os he dicho a veces una cosa es la amistad y otra el compañerismo, la camaradería; esto último es lo que sí que habéis compartido todos hasta ahora y lo que me agradaría que continuara porque eso os servirá más de lo que imagináis, será un buen apoyo para vuestro devenir en el instituto. La amistad es algo más privado, por elección, y un tesoro que hay que mimar y alimentar.
Todos vosotros valéis mucho, más de lo que creéis, y no me refiero sólo a nivel de “coco” sino sobre todo en los valores que debiera tener todo ser humano. Veo que así como sois “grandes niños” podéis ser grandes jóvenes y grandes adultos si no perdéis la limpieza de vuestra mirada, la nobleza de vuestro corazón, la capacidad de asombro por las maravillas del mundo, la curiosidad por conocer y entender, la generosidad en el compartir, el respeto por la vida y lo que la sustenta, la compasión por el que sufre de una forma u otra, vuestro sentido de lealtad y de justicia…. todas esas cosas que han hecho que nuestra convivencia en estos dos años haya sido tan grata y fructífera (más allá de los pequeños incidentes normales en toda convivencia).
Sueño con que algún día, pasado el tiempo, sepa de vosotros que sois hombres y mujeres de bien y felices en vuestra vida, la que habréis forjado con vuestras decisiones y vuestro esfuerzo. Por ello ruego.
Nada más, os vais en lo físico pero permaneceréis en mi memoria y en mi corazón.
Os quiero.
Isa.
20-06-10